Un manantial secreto está brotando



 “El que saciare, él también será saciado.” Proverbios 11: 25. 

Si considero cuidadosamente a otros, Dios me considerará; y de una manera u otra me recompensará. He de considerar a los pobres, y el Señor me considerará a mí. 

He de cuidar a los pequeñitos, y el Señor me tratará como Su pequeñito. He de alimentar a Su rebaño, y Él me alimentará a mí. He de regar Su jardín, y Él convertirá mi alma en un jardín de riego. 

Esta es la propia promesa del Señor; a mí me corresponde cumplir la condición y luego esperar su cumplimiento. 

Podría preocuparme por mí hasta volverme mórbido; podría vigilar mis propios sentimientos hasta no sentir nada; y podría lamentar mi propia debilidad hasta quedarme demasiado débil para lamentarme. 

Sería mucho más conveniente para mí que me volviera abnegado, y por amor a mi Señor Jesús, que comenzara a preocuparme por las almas de quienes me rodean. 

Mi tanque se está vaciando; no vienen lluvias frescas para rellenarlo; ¿qué haré? Voy a quitarle el tapón, y voy a dejar que su contenido salga para regar las plantas que se están marchitando a mi alrededor. ¿Qué veo? Mi cisterna pareciera llenarse conforme se vacía. 

Un manantial secreto está brotando. Mientras todo estaba estancado, el fresco manantial estaba sellado; pero conforme mi reserva fluye hacia fuera para regar a otros, el Señor piensa en mí. ¡Aleluya! 


¡Dios les bendiga poderosamente!

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